viernes, 4 de diciembre de 2009

5ªPráctica: Artículo periodístico

Abrigos y grados por debajo de la media dan la bienvenida al invierno.

La austeridad de los arboles es disimulada por multitud de luces de colores, calles adornadas, e incluso ventanas, dan un gran recibimiento a la esperada navidad de cada año.

Ropa y complementos para la ocasión, interminables jornadas laborales y disparatadas tasas de consumo. Bombardeo televisivo, atractivos anuncios hedonistas y una gran variedad de productos tradicionales.

Ilusión tanto en niños como en adultos, pero, ¿son días felices para todos?

Mientras que en la mayoría de los países desarrollados, por no decir todos, nos preocupamos por hacer un buen regalo para Reyes, algo caro y bonito, ¡lo que no tenga nadie!; en otros muchos lugares del mundo la pobreza no para de aumentar.

Muchas familias luchan por dar a sus hijos algo de comer cada día, y nosotros derrochamos nuestro dinero en cosas que podemos definir como innecesarias.

Cuanto más caro sea el regalo que recibamos, más ilusión nos hace, sin embargo, hay niños que rebosarían de felicidad, si obtuvieran un plato de comida digno dos días seguidos, sin necesidad de ser algo especial.

La mejora de su desarrollo depende de nosotros en su totalidad, de los países ricos, que preferimos invertir millones y millones de euros en otros muchos ámbitos, en este caso la navidad, una espiral de consumismo, y hacer oídos sordos a la precariedad en la que viven.

Aunque resulte triste, esto es algo que nunca cambiará. Los ricos serán cada vez más ricos con las posibilidades que tienen en la vida y gracias a sus ambiciones de estar por encima de los demás; los que no tienen, por otro lado, serán cada vez más pobres, ellos lucharán contra las deudas, e incluso vivirán con enfermedades incurables en su país, sufriendo por su escasa economía en su día a día.

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