miércoles, 11 de noviembre de 2009

2ª Práctica: Microrrelato
Y allí estaba Reneé, pegada al cristal de la ventana del salón, aunque sin ver la espesa lluvia que caía sin cesar.
Su mente estaba ocupada, inundada por los hechos que habían ocurrido semanas antes…Era media mañana cuando se dispuso a salir de casa, iba caminando a paso ligero cuando de repente, al pasar por un parque cercano escuchó un extraño ruido que la obligó a detenerse, un ruido que despertó su curiosidad, y al no saber de dónde provenía empezó a alertarse.
Parecían maullidos de un pequeño gato, pero de pronto pensó que podía ser algo peor. Buscó y buscó a su alrededor, cuando descubrió lo que era quedó estupefacta, ¿qué estaban viendo sus ojos? Un bebé recién nacido escondido entre unos matorrales lloraba desconsolado, estaba envuelto en una mantita sucia y bastante vieja, y metido en una cesta de mimbre.
Cogió la cesta sin pensarlo y se apresuró en ver el estado del bebé, era una niña preciosa, aunque algo flacucha, y pudo deducir que por lo que lloraba, tenía bastante hambre y seguramente frío.
Al principio no supo muy bien qué hacer, pero al instante llamó rápidamente a la policía para comunicarles lo sucedido y hacerles entrega del bebé. Sabía que ellos la informarían sobre los pasos que debía seguir ante tal situación.
Aunque ya habían pasado varias semanas, ella seguía pensando en qué podía haberle pasado a esa pequeña criatura de no haberla encontrado.
Además de todo eso, algo rondaba por su cabeza, había pasado varias horas con el bebé aquel día, y aquello no le desagradó demasiado, así que aún sabiendo las dificultades que podía tener, empezó a cuestionarse la aventura de vivir la experiencia de ser madre.

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